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El impuesto a las transacciones bancarias
propuesto por el ejecutivo, es una muestra fehaciente del fracaso del
control de cambios impuesto por el gobierno, y una nueva vuelta a la tuerca
para ahorcar, aun mas, a aquellos que buscan proteger su patrimonio de
la vorágine de este desgobierno dilapidador y Maniqueo.
Este mecanismo, fué diseñado y propuesto por James Tobin,
premio Nóbel de Economía. Tobin elaboro esta propuesta en
1978 como un freno a la especulación como efecto de fluctuaciones
agudas en los tipos de cambio. Este impuesto, básicamente, trata
de reducir los flujos especulativos de divisas y de capitales de corto
plazo.
La gran pregunta es: ¿Cuales grandes capitales?
En Venezuela, salvo la famélica especulación del sistema
bancario, el grueso de las transacciones es hecho por pequeñas
y medianas empresas que requieren de divisas para la adquisición
de sus insumos. Y privados, que ante la inestabilidad de la situación
económica y política (Ley de vida de todo “proyecto”
izquierdozo que se respete) buscan protegerse a futuro.
Estoy plenamente convencido de que en la forma como se pretende aplicar
esta nueva alcabala, no desestimulará en lo absoluto a los concurrentes,
dado que por un lado; la especulación es solo es posible dentro
de condiciones especificas de inestabilidad financiera y política
y por el otro, la desconfianza en el gobierno es el acicate para que los
privados busquen proteger sus ya menguados patrimonios. Generando, por
el contrario, un alza inflacionaria, al ser trasladado este, a las estructuras
de costo, y una exacerbación de un mercado paralelo ilegal, por
cierto, paraíso para el lavado y los dollares falsos.
Resulta obvio además la intención del gobierno de intentar
controlar aun mas a los actores del sistema y al mismo tiempo, obtener
mayores ingresos fiscales para mantener este absurdo político mal
llamado: “Proyecto Revolucionario”.
El impuesto Tobin, tal cual como fue concebido, apunta al centro de la
inestabilidad financiera, pero solo si se implementa dentro de un marco
desregulado generando condiciones que posibilitan la disminución
de la necesidad de mantener y acumular ingentes cantidades de reservas
monetarias. Además, dentro de un marco de libre convertibilidad,
al haber menos inestabilidad, disminuye la incertidumbre, hay menos dispersión
de recursos y una menor necesidad de operaciones de protección.
Estimulando de esta manera a la inversión de capitales de largo
plazo, los cuales son mas productivos y en general, generadores de crecimiento
económico y desarrollo social.
En su concepción original, este impuesto sobre las divisas, esta
orientado a una imposición sobre los flujos internacionales de
capital, y en consecuencia es un contrapeso fiscal y un regulador frente
a la liberalización del capital y frente a la globalización.
Recuperando por esta via, un poco la soberanía económica
de los Estados-Nación y otorgándole mas poder fiscal a los
gobiernos.
Ahora bien, todas las bondades de este impuesto, están sujetas
a que se aplique dentro de un marco de libertades económicas, de
una total seguridad jurídica, de una total posibilidad de libre
movimiento de los capitales y de políticas globales de desarrollo;
Coherentes y orientadas a un crecimiento y desarrollo sustentables. Lo
cual, obviamente no es la direccion en la va este desgobierno. Por ello,
el impuesto Tobin, solo será una vuelta más a la tuerca,
hasta apretar completamente el tornillo de la “revolución”.
Después, no digan algunos, como aquel personaje, nefasto; El de
los gastos CUBRIDOS “NO SABIA, la banca nos engaño”
¡! SI, COMO NO!
En un próximo artículo hablaremos sobre algunos argumentos
en contra de los impuestos a este tipo de transacciones. No debemos olvidar
que el dinero, en general, posee un valor intrínseco y un valor
establecido por la confianza y juicios de valor; Tanto de los inversionistas
como de los privados (ciudadanos). Por lo tanto, el dinero se debe considerar
como una parte esencial de la infraestructura de una economía...
Amanecerá y veremos.
Romulo E. Lander Hoffmann.
Agosto 2004
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