POLíTICA
Primarias y libertad de expresión



 

 

Todos coincidimos en que una de las bases de los derechos individuales y de las libertades de cualquier sistema que se precie de democrático, o de socialista (sistema que implica una amplia base de participación social), es la libertad de expresión.

Esta, es esencial para el funcionamiento de una democracia plena y participativa, especialmente en lo que a la participación publica en la toma de decisiones se refiere, dado que de no contar con un acceso libre y expedito y participar en los procesos (aun no estemos de acuerdo con alguno o varios de los actores políticos), no Habrá manera de formar las opiniones individuales enmarcadas dentro del contexto que cada quien escoja y mucho menos de expresarlas en un futuro no muy lejano.

Así como la libertad de expresión es inherente a la dignidad individual, es también esencial para la participación plena y la exigencia de rendición de cuentas de los actores políticos, sean estos quienes fueren. Limitar la libertad de expresión en cualquier forma y en cualquier tipo de régimen político, va de la mano con otras violaciones de los derechos individuales y colectivos; como el de libre asociación y/o reunión. Al mismo tiempo, la libertad de expresión ejercida a plenitud es la mejor manera de hacer presión sobre los monopolios de los medios globales, medios independientes o grupos con intereses particulares definidos.

La libertad de expresión es un derecho que debemos promover al máximo dado el decisivo papel que esta juega sobre la democracia. No es importante, en lo absoluto, de que lado del espectro político nos encontremos, lo verdaderamente importante es tener libertad plena para expresarnos si temor a ser cohesionados de forma alguna, pero teniendo al país por delante, independientemente de los prejuicios que podamos tener sobre ciertas individualidades. La intolerancia, el odio y la predisposición entre los ciudadanos, aunque podrían ser reclamados por algunos grupos como muestra de libertad de expresión, deberían ser totalmente sustraídos del proceso de las primarias y para ello son absolutamente necesarios los medios de comunicación, y especialmente los medios masivos como lo son la radio y la televisión.

Para ejercer la libertad de expresión, todos los espectros políticos deben y necesitan de estos medios para poder expresarse y comunicar sus respectivas ideas y filosofías para que la sociedad en su conjunto pueda apreciarlas, compararlas y asumirlas o no como propias.

Creo profundamente que formas extremas de apología del odio deberían ser execradas y mas específicamente, debería ser el estado mismo quien debería de abstenerse totalmente de practicarla.

Lo mismo aplica para todas las tendencias que difieran del gobierno. Debemos ser más positivos y proactivos en lo que a la reintegración de nuestra sociedad se refiere.

Frecuentemente he sostenido que como actores de este doloroso proceso en el que estamos envueltos desde hace unos 20 años, hemos visto siempre los toros desde la barrera. Es un lugar común en las tertulias diarias las opiniones de propios y extraños sobre su participación en este proceso y recurrentemente me viene a la mente una realidad disociada en la cual nos ubicamos como espectadores de una tragicomedia, ignorando que somos sus principales actores que esperanzados esperamos oír ideas que nos salven de un feroz enemigo, que llegado de otro planeta, vino para destruir nuestro idílico país…

A muchos, mientras más les hablan de los cambios, mas idealizan el pasado y otros tantos, aferrados o no a nuevos líderes se dedican satánizar lo vivido. Gravísimo error esto ultimo.

Queríamos cambios, sabíamos que necesitábamos cambios, pero fuimos incapaces de sentarnos a construirlos honesta y comunitariamente. Invariablemente deseábamos para preñar y decíamos “mañana será otro día”. Por eso una vez mas el cambio quedo en manos del más audaz y ladino y no en las del mas adecuado.

Aterrados corremos en círculo huyendo de nosotros mismos y escribiendo una y otra vez la misma historia. Cabría preguntarse por ejemplo si los que ahora están de acuerdo con los cambios que se hacen, estarían de acuerdo también en que intereses extranjeros totalmente ajenos a nosotros dirijan nuestro destino.

O si estarían de acuerdo que una sola persona sea la que determine lo que es bueno de hacer, especialmente cuando el dinero ya no corra “por estas calles” como ahora lo hace. Esto suena a lo ya vivido pero in extremus, es sin duda nuestra realidad actual consecuencia en mucho de nuestra indolencia y hay que cambiarla.

Para que haya cambio hay que introducir factores distintos y enterrar los estigmas del pasado. Debemos de sentarnos a construir juntos el país que queremos, verdaderamente convencidos de que si no lo hacemos será imposible lograr una patria incluyente donde quepamos en paz, todos.

Solo con la participación de todos y cada uno la historia será otra y no más repetición del pasado. Basta de quitar un partido para poner otro y quitar un hombre para poner a otro, de jugar solo a ganador, de aceptar lo mediocre como bueno.

Así como el comunismo tiene como estrategia el forzar la lucha de clases y la definición de contrarios, los demócratas tenemos que diseñar estrategias que busquen el concurso y la unión de todos, lo cual no es poca cosa.

Tenemos que mantener hasta el final la estrategia de acercarnos todos, de hablar un mismo idioma y de tener una misma visión del país posible, pero Rojos, blancos, verdes y amarillos tendrán que estar allí.

Cuando construimos, amamos nuestra obra y la defendemos de lo que sea. Pero cuando la obra es ajena y nos sentimos desplazados, usualmente nos sentamos a ver a quien le toca actuar y que agarramos. Esto debe cambiar.

Una Venezuela que sea de todos, solo la podremos conseguir alejados de líderes mesiánicos y de partidos únicos. Todos poseemos un poco de la verdad pero es imperativo contrastarlas entre si. Contrastarlas honestamente y con respeto a ese ser humano que sufre las consecuencias de quien hoy nos desgobierna, pero que es capaz de las mayores proezas cuando lo mueve esa fuerza inconmensurable que es la unión.

Es necesaria una buena dosis de humildad para quienes creen en la verdad única. Debemos Pedir que así sea, porque si no será imposible que podamos vivir en paz.

Un País en el que crean y del que VIVAN solo unos pocos, podrá ser deshonestamente soportado por un tiempo, pero tarde o temprano será una declaración de guerra que nadie quiere. Y en la guerra, nadie gana, todos pierden.

Venezuela dejará de ser una entelequia y verdaderamente nos pertenecerá, SÓLO, cuando su reconstrucción sea una tarea común.

Amanecera y veremos

Rómulo E. Lander Hoffmann

http://www.romulolander.com

enero- 12-2012


 

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