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Cuando la gente, cuando un país entero cree
y siente que necesita imperiosamente de un determinado individuo o un
pequeño grupo de individuos, no necesariamente representados por
un partido político, como una alternativa única para salir de
una situación por grave que ella sea, revela básicamente, que
sus instituciones son débiles, y lo que es más grave aún,
revela su inmadurez.
Es lo que podríamos llamar "El miedo a
la Libertad". Ser libres, significa Por
encima de todo, asumir plena responsabilidad de nuestros actos cotidianos.
Y es este mismo miedo, lo que nos empuja constantemente hacia regresiones
vergonzosas como el Fundamentalismo, o las personalidades Mesiánicas,
sin darnos cuenta que estas personalidades, como producto de su entorno,
no se caracterizan exactamente por la ética.
Son generalmente hombres, o mujeres, que aman el
poder por encima de todo, no dudan en manipular a la ciudadanía o
en utilizar las instituciones de manera de asegurarse el mando o la influencia
sobre el colectivo.
En América Latina tenemos una larga y siniestra
herencia de autoritarismos que nos vienen desde la colonia y que definitivamente,
favorece la aparición de este tipo de personajes llenos de ambiciones
pero realmente pobres de altruismo, aunque es este altruismo lo que pregonan
cual vendedores de deseos. Condición por cierto por sí sola
no suficiente pero necesaria para poder intentar servir a sus conciudadanos.
Es tiempo de que nos demos cuenta de la seducción,
del engaño y del craso error que significa aceptar lo mediocre como
bueno a falta de algo mejor.
Es tiempo de empezar a recordar, que desde tiempos
inmemorables, nunca, el poder funcionó para beneficio de los ciudadanos
comunes (nosotros) sino para quienes lo ejercieron.
Durante decenios nos han querido acostumbrar a que
los que detentan el poder, otorgado por nosotros, pueden hacer lo que
quieran.
Un buen ejemplo de esto lo podemos encontrar, y
con ello una explicación racional de muchas de las actitudes de nuestros
pueblos Latinoamericanos en genera,l en nuestros conquistadores. Quienes
establecieron un verdadero paradigma al imponer en aquellos tiempos que
las cédulas reales debían ser acatadas más no cumplidas.
A éstos, les sucedieron los encomenderos. Quienes
tenían como función principal la de organizar geopolíticamente
las provincias y educar a los indígenas ofreciéndoles a cambio
trabajo.
En vez de esto, los convirtieron en esclavos,
los humillaron y los vejaron olvidándose completamente de su misión,
de su deber y del futuro de las tierras descubiertas.
A aquellos, les sucedieron los caudillos quienes
definitivamente, salvo raras excepciones, no mejoraron el rumbo trazado,
sino que reforzaron lo heredado. "Confundieron" el patrimonio
de todos con el propio, comportándose como si de su propia hacienda
se tratara. Haciendo por mucho tiempo lo que les vino en gana Sometiendo
todo a su omnipotencia, al hacer las leyes a su propia medida.
Es tiempo de que se comience a instaurar nuestra
propia legalidad.
Es tiempo de que nuestro perfil como país comience
a dibujarse sin esfumados, tiempo de tener y de entender lo que queremos
sea nuestro país.
Y por ultimo, tiempo de que nuestro proyecto de país
Sea: deseable, posible, pero por sobre todas las cosas, producto de un
pensamiento colectivo.
Debemos de una vez por todas dejar atrás el
infantilismo político social dependiente.
Deben empezar a surgir por todos lados, caudillos
y hombres providenciales, que existen muchos, tantos, que en cada VENEZOLANO
hay uno de ellos.
Debemos de dejar a un lado mitos y leyendas. Debemos
entender que una sociedad que se precie de tal, no sólo se conforma
con promulgar las leyes sino que cumpliéndolas construye la legalidad.
Es cierto que somos una sociedad muy joven. También
es cierto que hemos avanzado en este último medio siglo hacia una
sociedad mejor y que por esa misma juventud no hemos podido parar a tiempo
la abrumadora realidad que significó esa desproporcionada riqueza
para la que no estabamos preparados.
Pero no es menos cierto, que ya estamos en plena
conciencia de lo que ha venido pasando y que hoy por hoy casi todos los
venezolanos hemos experimentado el horror de una miseria que muchos han
prometido acabar.
Debemos aquí aplicar aquella máxima que
reza: "un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro"
Debemos entender que este futuro no depende de un
Mesías,(y menos de un pseudo mesias como Chavez) sino de todos y
cada uno de nosotros que somos los únicos y verdaderos responsables
de construirlo.
Debemos dejar de sentir "miedo a la Libertad".
AMANECERÁ Y VEREMOS.-
Rómulo E.Lander Hoffmann.
23-03-97
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ROMULO LANDER
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